Emilie Pine - Todo lo que no puedo decir
Primero me leí en un avión el capítulo “De los años del bebe”, como tarea del taller que tuve con Margarita García Robayo titulado: “Domar los demonios: cuando la oscuridad se convierte en literatura” en Talleres de bolsillo.
El relato me encantó, magnífico. Real. Primera persona, frases cortas, la historia avanza rápido. Es un lamento sentido y extendido, una reflexión terapéutica, fuerte y sincera. El texto es sobre infertilidad, un tema social recurrente, difícil e innegable. Suele hablarse a espaldas del doliente con un tinte de lástima. Razón por la cual a la vida le agradezco haberme permitido ser madre sin buscarlo.
Cuando llegamos a cierta edad, todos conocemos a alguien que está intentando tener bebés y no puede, pero imaginar la historia y vivirla a través de estas letras, se me ha revelado encantador, en un sentido literario, por supuesto. Ha sido una dicha poder leerlo, entenderlo. E inevitable, por supuesto, pensar en mis varias amigas que se encuentran en esa lucha; y a las que solo les auguro el mejor resultado para sus vidas.
(…)
Esos tres párrafos los escribí por ese capítulo. Luego me leí el libro completo. Lo acabo de terminar, en otro avión. Y reitero, es fascinante. Denota sinceridad a flor de piel, increíble historia de Emilie Pine. Son unos ensayos bien elaborados, bien sinceros, en un diálogo personal consigo misma y con el lector.
Me ha hecho cuestionarme mi pensamiento con el feminismo y con el sexismo, que me molestan profundamente por su popularidad actual, pero que inevitablemente a veces siento que hay temas que me tocan las fibras del alma.
Habla sobre la menstruación y lo difícil que es para ella sangrar, depilarse, ser mujer estereotipada. Yo, que jamás me había sentido aludida por la condición de sangrar, (todas las mujeres sangramos de lo contrario, somos hombres y nunca he pretendido ser hombre), he sentido el golpe del mal genio en los últimos años. Cambios de ánimo repentinos, tristeza, hambre, ansiedad. Y realmente, no es de los últimos años, pero aprendí que la menstruación no es excusa para quejarse, y sí que no lo es. Pero si lo es. Y he vivido constipada por mi propio cuerpo sin saber analizarme.
Habla del alcoholismo de su padre y de su relación con él. Su alcoholismo, las drogas, las noches de verbena. Habla del sexo, su vida sexual al descubierto desde que era una adolescente. Como le importaba poco su cuerpo, como el alcohol la llevaba de una cama a otra. Habla de dos violaciones que ella no consideró violaciones, porque no eran personas desconocidas, porque no fue en un callejón oscuro. Habla de la importancia de escribir, y hace reflexiones constantes de lo que dice, sobre cómo se está purgando mientras escribe. Las consecuencias de contarlo. El escritor tiene que desangrarse sobre la página para ser buen escritor y ella sangra, y lo dice. Su necesidad de gustar, su adicción al trabajo, su depresión. En fin.
Excelente libro. Recomendado total.
Y una de esas amigas, en las que pensé cuando me leí “De los años del bebe”, me escribió anoche que está embarazada. El universo supo aguantarme porque estuve a punto de recomendarle el libro. Estoy muy feliz por ella. Espero que su embarazo llegue a término y su hijo tenga larga vida.
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